sábado, 1 de octubre de 2011

Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?

Orando con Juan 20,11-18


11 Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, 12 y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
13 Le dicen ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»
14 Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.
15 Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»
16 Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» .
17 Le dice Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»
18 Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.
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Después de haber leído y meditado la palabra, Dios me pide y así lo siento, ser la primera en ir, no al sepulcro, sino en busca de quien necesita mi ayuda o colaboración, sea que quiera o que no me sea agradable, pues creo que Dios esta detrás de esa persona que necesita mis cuidados, pues mi hermana/o es Dios, y me dirían los (ángeles)… como a la Magdalena: “Si te repugna o no te es grato y en tu interior te duele… no llores, que es Jesus a QUIEN ESTAS AYUDANDO Y TE QUIERE. ¡VE DEPRISA! Él te espera, te ama”. Puedo oír como María, ¡ve! Y me diría el Señor: “Isa, ve y sé testigo de mi evangelio, predica con tu vida y tu ejemplo. Yo te amo”.
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DETÉN TU MENTE Y ORA
Jesús, no soy María en el amor, pero sí, quizás, en tener demonios que tú me has quitado, perdonado, y amado. Te doy las gracias, al igual que María, por llevar tu carácter de bautizada. Si he recibido, desprecios, incluso salivazos, calumnias…, a veces he reaccionado regular; otras veces, he mirado que tú antes de tu resurrección fuiste azotado, calumniado, insultado y esto me ha dado valor de seguir adelante y no tirar la toalla, (que a veces no me faltaban ganas) pero sentía tu voz: “Isa, estoy aquí, te amo… Más sufrí yo por tu amor”. Te pido perdón si muchas veces no he obrado como María Magdalena, con ese amor que siempre hace locuras por el amado. Quizás no he sido testigo de tu evangelio por cobardía. Perdón, Señor, quiero no separarme más de ti.
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CONTEMPLAR
María Magdalena fue corriendo después de verte, contó todo, se sentía alegre y segura por su Señor Resucitado, no tenía miedo… Yo, Señor, sé que vives en mí, a veces te siento, pero no siempre, y sufro por esta causa, lloro, me revelo, te grito, pero a pesar de todo, te siento dentro de mí. Entonces te ruego. Sé que estás resucitado, y sé que todo lo que pida en tu nombre, según tú dijiste, me será concedido. Por la fe lo siento, pero, Señor, lloro muchas veces porque mis planes no son los tuyos y no comprendo, y tantas veces me revelo… Pero ruego por tantas causas que hay por fuera y unas veo, otras las escucho y me duelen. Lo mío no es nada comparado con el sufrimiento ajeno.
Perdón, Señor, quiero ser tu amor preferido y sé que somos tuyos. Tú dijiste VOY A PREPARAROS SITIO  y confío en Ti, creo en tu Resurreccion y esto me anima; quiero ser para ti tu amada perdonada. Quiero ser tu testigo con mi vida de consagrada, aunque tenga que sufrir por serte fiel.
El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quien temeré?
El Señor es mi fortaleza ¿Quién me hará temblar? (Salmo 27,1)
A ti, Señor, te estoy clamando; roca mía, escucha mi voz (Salmo 28,1)

Hna. María Isabel Carrasco, OIC




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