miércoles, 12 de octubre de 2011

Encuentros

Del evangelio de San Lucas 10,38-42

Un bellísimo relato de encuentros. Jesús tuvo durante su vida muchos lugares de “encuentros” con diversas personas. Son encuentros realmente bonitos, entrañables, magistrales y alguno hasta humorístico. De unos sabemos el final, de otros no, pero sin duda, todos dejaron huella en quien los vivió, pues ya sabemos que el “encuentro” no nos dejará indiferentes, al menos la inquietud está asegurada.
No voy a comentar lo que los sabios y entendidos en estudios bíblicos han dicho y dirán sobre el sentido y la exégesis de este trozo del Evangelio. No, no es lo mío. Sólo deseo compartir una sencilla reflexión orante desde el corazón.

En este relato evangélico se nos dice que Jesús entró en una aldea. ¿Iba solo? Es posible, pues no siempre tenía que ir con los discípulos a todas partes. Es probable que tuvieran día libre y cada cual se busco algún lugar para descansar. Vemos que Jesús buscó la cercanía y la intimidad de la amistad. Se fue a Betania, la aldea de Lázaro, Marta y María.
Dos hermanas reciben en su casa a Jesús. Dos temperamentos diferentes; así se desprende de la narración: Marta, en cuanto llega Jesús, después del primer saludo de cortesía, se coloca el delantal y se va a la cocina para preparar al visitante la mejor comida con postre y todo. En cambio, María se queda con Jesús, lo acompaña hasta la sala de estar y comienza a charlar, preguntar y escuchar.
Marta es la amiga disponible, servicial, atenta a los mil y un detalles. María es la amiga de la acogida, de la escucha, que se olvida hasta de la comida cuando el amigo está presente. Además de que alguien tenía que atender al visitante, porque Lázaro por lo que se ve estaba ausente. Es una lástima que del contenido de la charla entre Jesús y María no sabemos nada. Muy importante tuvo que ser ya que Jesús dijo aquello de: “María ha escogido la mejor parte”. Tuvo que ser uno de esos entrañables y esenciales “encuentros”.

Marta, comenzó muy contenta a realizar su tarea pensando en agradar con su trabajo a Jesús, pero le picó la chispa del agobio y viendo a su hermana tan sobradamente tranquila, le dice a Jesús: “¿No te importa que me haya dejado sola en las tareas?”. Es una protesta muy razonable y cortésmente formulada. Jesús, que había estado escuchando el trajín que Marta se traía, la mira y con ternura le dice: “Marta, Marta, está preocupada e inquieta, una sola cosa es necesaria…” ¡Aquí surge el punto de encuentro entre Jesús y Marta. Con cariño le hace un reproche, le dice y hace ver cómo está viviendo y le muestra un camino nuevo: “una sola cosa es necesaria…”
A Jesús no le importaba que Marta estuviera en las tareas de la comida, lo que le reprocha es su preocupación y su inquietud. Las dos cosas había que hacerlas: atender a Jesús, eso lo hizo María, y preparar la comida y es lo que hacía Marta.
¿Qué destaca Jesús? Para mí, que hagas lo que hagas, alejes de ti la preocupación, la inquietud. Son dos factores que nos impiden descubrir el paso del Señor por nuestra vida. A no ser que tengamos la suerte de que, alguien desde el Señor nos haga ver nuestra situación y tomemos conciencia de ello.

María a los pies de Jesús amaba y era amada por el Señor y Marta en medio de las tareas y cazuelas amaba y era amada por el Señor. Y ya lo diría S. Pablo más tarde: “Ya comamos, bebamos, trabajemos en cocina, en el lavado, en el ordenador, el la oficina, en la carpintería, en la universidad, en hospitales… en tantos y tantos quehaceres, siempre “somos del Señor”.
Qué bien lo pasarían al degustar los tres juntos la sabroso comida preparada por Marta. Y es que la acogida, la preparación y la degustación de un regalo, eso es sin duda un “encuentro” que no se olvida.
Que Él nos conceda esa chispa que haga brotar ese “encuentro” que transforme nuestra vida en hoguera de generosidad, alegría, servicio, en una palabra, en AMOR.


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