lunes, 3 de octubre de 2011

Nada es imposible para Dios

Leemos Lucas 1,26-38: El relato de la anunciación
26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.

28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo.
30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.
32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre;
33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»
34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»
35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por  eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.
36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37  porque ninguna cosa es imposible para Dios.»
38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

____________________

¿Qué me dice a mí esta Palabra?

 Señor Jesús, este Evangelio me recuerda el momento cuando fui inspirada y llamada  a la  vocación religiosa. Terminados mis estudios, fui como de costumbre a la misa del domingo. Yo pensaba para mis adentros cómo podía ser religiosa. Después de un largo rato me fui a casa, estaba sola en el camino. De repente apareció un señor de unos setenta años. Me preguntó que si me acompañaba a casa, acepté su compañía, y en el camino me hizo muchas preguntas, entre ellas que si quería ser religiosa. Le dije que no, porque no tenía dinero, y este amable señor me facilitó rápidamente los medios para poder realizar esta aspiración. Una vez ingresada en el Monasterio, no volví a saber más de esta persona.

Oración

Señor de mi alma, cada vez que llega este Evangelio a mis oídos, se renueva un sentimiento profundo de gratitud y vivo con intensidad el presente de mi vocación personal, elegida y amada por ti, corazón mío.

Tu esposa del alma, que te quiere y piensa a sol y sombra.
Sin tu amor ¿quién podrá vivir?

Hna. Gilma Salgado, OIC (Madrid)

No hay comentarios:

Publicar un comentario