martes, 27 de septiembre de 2011

Alcanzada y llamada por Cristo Jesús, mi Señor y mi Bien

En torno a Filipenses 3,1-16

San Pablo, en este texto de su carta a los Filipenses, les muestra, con un gran cariño de padre y de cristiano, qué es lo más importante de la vida.
Después de avisarles de que no se dejen engañar por los falsos circuncisos, les muestra quiénes son los verdaderos circuncisos: son los que dan culto a Dios, según el Espíritu de Cristo.
Él podría gloriarse humanamente de su circuncisión -al octavo día-, de su linaje como hebreo, como fariseo y como perseguidor de la Iglesia, demostrando así su celo por Dios y por la ley.

Pero cuando fue alcanzado por Cristo y le conoció, no según la carne..., todo cambió para él, y lo que antes era para él ganancia, lo consideró pérdida. Ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, a quien llama mi Señor, no le importó perderlo todo y considerarlo basura, para ganarle a Él, con una justicia nueva, no de la Ley, sino la que viene de Dios y que se apoya en la fe.
Para Pablo, conocer a Cristo, la fuerza de su Resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerse semejante a Él en su muerte, fue su ganancia, su riqueza, su vida.
Ya no le importaba nada, ni la cárcel donde se encontraba por Jesús, su Señor, ni todo lo que viniera después.
Al mismo tiempo, no se apoyaba en sí mismo, ni se sentía seguro de lo conseguido... Vivía la fuerte experiencia de sentirse alcanzado por Cristo Jesús, y esto le daba fuerza para seguir luchando y confiando.
Para él no era un "peso" su pasado. La libertad que Cristo le había dado le hacía correr hacia la meta, hasta alcanzar eso que él llama premio y que él sentía y vivía como una llamada de Cristo Jesús hacia lo alto, hacia ese más en el conocimiento de su Señor y en la fuerza que había recibido para vivir la muerte y la resurrección de Jesús. Y, apoyado en esta certeza, les anima a los filipenses a tener estos sentimientos, a saber "discernir" y a seguir adelante.
Este testimonio tan íntimo y vivo de Pablo me anima a mí personalmente, primero, a dar gracias a Dios por lo que hizo en él, pues de un "perseguidor", se dejó "alcanzar" por el Perseguido y encontrar el tesoro de la fe en la muerte y resurrección de Jesucristo, fundamento de nuestra esperanza, pero, sobre todo, la experiencia de una Persona, Cristo Jesús, "mi Señor"... Y esto que se le dio a Pablo es también para mí. A este conocimiento y esta vida estoy llamada como cristiana.
Sé que me falta muchísimo para llegar a esto. Sé que no he alcanzado esta meta. Pero sí me siento "alcanzada" y "llamada" por este Cristo Jesús, mi Señor y mi Bien.
En Él he encontrado el tesoro de mi vida, y muchas cosas que antes consideraba ganancia, ahora las considero pérdida o que no valen nada, frente a esta Riqueza incomparable que es haber recibido la fe en Cristo Muerto y Resucitado, y vivirlo y ser en Iglesia.

Por ello, te doy gracias, Señor.
Tú me has alcanzado y ya no quiero dejarte.
Con el Salmo 16, te digo:
Tú eres mi Bien,
los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Tú, Señor, eres mi Riqueza.
Me siento agraciada porque en la vida
me ha tocado un lote hermoso y estoy encantada con esta Heredad
que me ha tocado.
Por eso se me alegra el corazón
y en tus manos descanso serena...

Hna. Celina Arranz, OIC

1 comentario:

  1. me he gustado mucho su comentario, adelante querida hermana

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