sábado, 19 de noviembre de 2011

LAS DIEZ VIRGENES

Domingo XXXII del tiempo ordinario - Ciclo A - Mateo 25,1-13
Mi pequeña contribución sobre este Evangelio

Mientras se acerca el final del año litúrgico, el mes de noviembre para nosotros lo católicos es también el mes de reflexionar sobre las últimas cosas -la muerte. Abrimos el mes con la celebración de la fiesta de todos los Santos, estamos invitados a rogar por los fieles difuntos, es verdad en este Evangelio termina con la misma palabra (nuestra muerte) que no sabemos el día ni la hora.
Las cinco vírgenes prudentes habían preparado sus lámparas con el aceite en la mano y cuando llegó el esposo llenaron sus lámparas y entraron con él al banquete de la boda.
Las cinco necias no solo no vieron el esposo sino que incluso él les negó la entrada diciéndoles que no las conocía.
Para mí, el Banquete de la boda significa nuestra morada junto a Dios Padre, después de esta vida; la parábola me llama la atención para estar siempre preparada al encuentro con el esposo. La  lámpara es la palabra de Dios que oigo todo los días y que debe ser luz para mi alma y claridad para mi vida cotidiana. Pero la lámpara sin aceite no vale para nada. Igual puedo interpretar que la vida del cristiano leyendo la palabra de Dios y no viviendo en plenitud no nos puede llevar al encuentro del Señor y disfrutar con Él en su banquete. Pido al Señor que me concede la gracia de tener siempre conmigo el aceite necesario para mi lámpara -el aceite de la Fe, Esperanza, y Caridad, lo que de verdad va a ayudarme a vivir plenamente el Evangelio, dando luz y calor a todos lo que me rodean. Con esto estaré siempre preparada no solo al encuentro con Cristo y disfrutar de su banquete, sino también estaré aportando la luz de Cristo al mundo tan necesitado hoy, acercándolos a compartir este banquete de Reino de Dios.

Isabel María, postulante OIC

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